lunes, 24 de septiembre de 2012

HISTORIAS DE TERROR

El escondite aterrador


Roberto caminaba por la noche, mirando su celular, y por ir distraído no divisó a tiempo el peligro. En una esquina se encontraban los integrantes de una pandilla rival. Cuando los vio ya corrían hacia él.
Entonces corrió en dirección opuesta.  Sus perseguidores habían bebido bastante, y por eso pudo sacarles buena distancia, sin dejar de estar en peligro. Corrió varias cuadras echando miradas sobre su hombro. De repente sintió un dolor agudo en un costado; consecuencia de correr con el cuerpo frío.
Alcanzó a duras penas la cuadra del hospital abandonado. Cerca de la entrada vio que la puerta estaba entornada. Se detuvo, y tomándose el costado que le punzaba de dolor escuchó; ya se oía la carrera de sus perseguidores.  Optó entonces por entrar al hospital, y confiar en que su fama de embrujado hiciera que la pandilla rival no tuviera en cuenta el lugar como posible escondite, que pensaran que él no entraría allí, o que ellos no se atrevieran a ingresar.

Entró y cerró la puerta, adentro estaba completamente oscuro. Escuchó como los pandilleros cruzaron frente al hospital, se los oía jadear, ya estaban cansados.
Unos momentos después los oyó volver y murmurar frente a la puerta, para después alejarse por donde vinieron.
Roberto respiró hondo, había pasado un momento de gran peligro. Quiso abrir un poco la puerta para espiar hacia afuera, tanteó el picaporte pero este ni se movía. En la oscuridad en que se encontraba, jaló el picaporte, hizo presión desde arriba, pero nada funcionaba, estaba encerrado; atrapado en un lugar supuestamente embrujado, del cual se narraban espeluznantes historias de terror.

Se le ocurrió que podría salir por una ventana, pero tras girar la cabeza en la oscuridad se dio cuenta que allí no había ninguna; estaba en una sala de espera sin ventanas a la calle. Encendió el celular, y con su débil luz comenzó a avanzar lentamente. Tenía que encontrar una habitación con ventanas.
Desafortunadamente para él, la sala de espera era muy amplia. Al alcanzar la mitad de ésta el celular se apagó y la oscuridad se cerró sobre él.  No veía absolutamente nada. Trataba de volver cuando al girar chocó contra algo que estaba detrás, enseguida sintió que se apartaron.
Algo lo había seguido muy de cerca, estaba allí, a su lado, ahora podía sentirlo, pero no lo veía ni sabía qué era, y esa situación lo aterró.  De pronto vio unos bultos claros que se agitaban en la oscuridad. Iban hacia los lados, retrocedían, avanzaban, como su flotaran en el aire. Súbitamente se empezaron a escuchar voces, ruidos, como si el hospital estuviera nuevamente activo, y hubiera gente en él.

Ricardo no soportó el terror, gritó como nunca antes lo había hecho, y con los brazos extendidos siguió buscando la puerta, desesperado por salir de aquel lugar.
Tras escuchar un golpe fuerte vio una claridad, habían abierto la puerta. Sin pensarlo, corrió hasta la salida, al traspasar el umbral vio que los pandilleros lo esperaban afuera, uno le apuntó a la cabeza con una pistola, y tras ver un fogonazo volvió a estar en la oscuridad. 
 Perdido
Tropezó con una raíz y cayó sobre un montón de ramas. Estuvo un buen rato tirado, luego se levantó como si nada y siguió andando. 
Ernesto caminaba por un monte tupido que cada vez estaba más oscuro. Se detuvo en un claro y dejó caer el atado de leña que cargaba sobre el hombro; miró en derredor y supo que estaba perdido. 
Enseguida se imaginó las bromas que sus amigos le gastarían ¡Perdido!, y no pudo evitar sonreír.
Había andado tantas veces en aquel monte, y creía conocerlo de punta a punta, mas no recordaba aquel claro, y no sabía hacia dónde seguir. El sol ya se ocultaba, y los árboles del monte eran muy altos y frondosos como para guiarse con el astro rey. 
Pensó que si volvía sobre sus pasos se iba a perder más, así que siguió directo, adentrándose en un sendero abovedado de ramas entrelazadas.  Un rato más de caminata y ya no veía casi nada.

Se vio obligado a dejar el atado de leña, del cual tomó una vara para utilizar como bastón e ir tanteando el camino. La noche cayó del todo y el monte quedó silencioso.
Negro sobre negro era lo único que veía. Alzaba la cabeza y no veía ni una estrella. Arriba, abajo, a los lados, hacia donde volteara todo era oscuridad, una oscuridad uniforme. Sabía que aún seguía en el monte por las ramas que lo rozaban. Hacía breves pausas para escuchar pero nada, no se oía ni el más mínimo ruido, y eso comenzó a asustarlo. 
Paró nuevamente al darse cuenta de algo; ya no sentía el rose de las ramas. Extendió su improvisado  bastón en todas direcciones pero no halló nada.  De repente sintió que algo agarró el bastón y con un jalón se lo quitó de la mano. ¿¡Quién anda ahí!? - preguntó Ernesto con un grito, nadie respondió. Entonces comenzó a escuchar pasos, eran muchos, lo rodeaban, andaban en círculos en derredor de él.

Algunos parecían pasos de animales, o de algo que andaba en cuatro patas, otros pasos eran de bípedos.  Ernesto gritó al sentir que una mano lo empujaba por la espalda, y enseguida otras comenzaron a arañarlo por todos lados. 
En aquella oscuridad absoluta, alcanzó a aferrar una mano que lo estaba arañando, y notó que no era humana, aunque tampoco animal; eran unos dedos esqueléticos terminados en garras. De pronto los seres que lo acosaban empezaron a lanzar alaridos y risotadas diabólicas, y todo se iluminó repentinamente, y del suelo crecieron llamaradas de fuego, y los seres que lo rodeaban eran demonios. 
Ernesto había muerto en el monte, al caer sobre el montón de ramas una se le había clavado en el abdomen, y ahora estaba en el infierno.  

CELEBRACION EN GUANAJUATO


En Guanajuato, entre las tradiciones locales de Día de Muertos, se encuentra la venta de “alfeñique” y  las “cajetas de camote” (de sabor de leche,  nuez o guayaba) que se ofrecen e intercambian entre los familiares y amigos, acompañados con pan de anís, mejor conocidos como “muertitos”.
La conmemoración de los días de muertos dentro de la tradición cristiana católica, tiene una especial significación, sobre todo en América Latina y en aquellos países en donde hubo la presencia de población indígena, pues se dio la fusión de dos concepciones religiosas distintas con una sola finalidad: recordar a los que ya han fallecido
En Guanajuato, los días de muertos gira en torno a la visita al panteón para llevar flores a los deudos, asear sus moradas y, en algunos casos, comer junto a ellos en sus tumbas.
Se acostumbra hacer en cada uno de los hogares las espléndidas cajetas de camote, nuez o guayaba que se ofrecen o intercambian entre los familiares, y amigos con pan de anís, conocidos como “muertitos”.
También se hacen ofrendas o altares a los difuntos. En la antigüedad, estos eran sumamente sobrios y en ellos sólo se colocaba un mantón morado, un crucifijo, la fotografía del difunto, sus prendas más apreciadas, agua, sal, los famosos alfeñiques* y un poco de paja.
Hoy en día las ofrendas pueden ser más elaboradas y enriquecidas con otras tradiciones que han permeado en los altares en Guanajuato. Se puede disertar ampliamente sobre los elementos culturales europeos y  prehispánicos que constituyen el altar, esto remarca  el mestizaje cultural y la prevalencia de las raíces hispanas e indígenas, que regionalmente han adquirido características que los enriquecen.
Descripción de ofrenda
Una ofrenda consta de 7 pisos y un tapete. Cada piso y ofrendas y  elementos puestos en el altar, tienen un significado que  se explica a continuación:
1. Primer escalón se pone la foto del santo o virgen de la devoción.
2. Segundo escalón es para las ánimas del purgatorio.
3. Tercero se pone la sal para los niños del purgatorio.

4. Cuarto se pone pan llamado “pan de muerto”, este pan es adornado con azúcar roja que simula la sangre, se recomienda que el pan sea hecho por los parientes del difunto, ya que es una consagración.
5. Quinto se pone la comida y la fruta que fueron los preferidos por el difunto.
6. Sexto se pone la foto del difunto a quien se dedica el altar.
7. Último se pone la cruz de un rosario hecho de tejocote y limas.
Las ofrendas y elementos que se ponen dentro del altar son las siguientes:
Se prenden cuatro velas principales formando una cruz orientada a los cuatro puntos cardinales, al lado del altar, se pone una olla de barro sobre un anafre con hierbas aromáticas: albahaca, laurel, romero, manzanilla.
-Cadenas de papel morado y amarillo que significan la unión entre la vida y la muerte.
-Papel picado que da colorido y alegría de vivir.
-Las flores son la bienvenida para el alma, la flor blanca representa el cielo;
Flor amarilla, la tierra y la morada el luto.
-Velas que con sus llamas representan la ascensión del espíritu.
También significan luz, guía del camino.
-Lienzo blanco y nuevo que representa la pureza, el cielo.
-El cirio representa el alma sola.
-Incienso de copal cuyo humo simboliza el paso de la vida a la muerte.
-El maíz representa la cosecha.
-Las frutas son la ofrenda que nos brinda la naturaleza.
Generalmente son cañas de azúcar, naranjas, tejocotes y jícamas.

-Las calaveras de azúcar que son una costumbre indígenas, y el alfeñique*
-El agua que da vida y energía para el camino.
-Los platillos con las que se trata de agradar el difunto compartiendo los alimentos que le gustaban.
-Fotografía de la persona a quien se dedica el tributo.
-Un Cristo para que haya bendiciones.
-Una cruz de cal que simboliza los 4 puntos cardinales.
-Sal para que el cuerpo no se corrompa.
-Un camino desde la puerta de la entrada hasta el altar formado con flor de cempasúchil.
-Una vara para liberar al muerto del demonio y los malos espíritus.

* EL ALFEÑIQUE DE GUANAJUATO
Los dulces tradicionales de pasta de azúcar llamados alfeñique, hechos  especialmente para las ofrendas de Día de Muertos, son una de las herencias culturales más importantes de México. El alfeñique es un fenómeno sincrético  en el que se funden costumbres y  técnicas indígenas con las traídas por los  españoles que a su vez heredaron de las culturas árabes.
Quizá sea la raíz de esta costumbre la época prehispánica, en la que los  nahuatlacos elaboraban figuras como regalo y ofrenda para sus muertos, éstas representaban generalmente cráneos y eran hechas con semillas de amaranto, y
mieles que extraían del maíz, del corazón del maguey y que obtenían de las abejas silvestres llamadas Tzoalli.
Con la llegada de los españoles y la prohibición del amaranto, el dulce de  alfeñique fue adoptado por los mexicanos utilizando desde entonces la
caña de azúcar para confeccionarlo.

En los últimos días del mes de octubre se colocan, en algunas plazas de Guanajuato, a veces en San Fernando, otras en la de la Paz, los puestos de estructura de madera vestidos de manta, típicos de la vendimia del alfeñique. En  ninguna otra fiesta se les ve igual. El alfeñique, ese pequeño dulce de azúcar glass con limón y almidón, amasado a la manera de las antiguas muñecas y animales en pequeñas dimensiones, lo cual hace recordar los artefactos de barro  prehispánicos que suelen encontrar arqueólogos o saqueadores en el
interior de vasijas de las tumbas.
La palabra alfeñique es árabe. El alfeñique es para el regocijo de los pequeños, en vida, y un recuerdo para los muertos chiquitos. Es, en la memoria colectiva, la reproducción de los objetos de la naturaleza y de la cultura para que adornen el altar del difunto; así,  el plato de enchiladas, el plato con puchas, la cazuela de mole con todo y pierna de guajolote. También hay borreguitos, burros con su carga, risueñas viejitas y las enormes gallinas, sin faltar la calavera que
nos pela los dientes porque tiene pintado un nombre en el frontal, a veces el nuestro.
Tradición popular de todo el mundo y de todos los tiempos es el culto a los muertos, sucede cada 2 de noviembre, en cada región de nuestro país.

CALAVERAS


LA RODILLA
La muerte la sorprendió
jugando en la res baladilla,
y llorando se marchó
con un golpe en la rodilla.

LA PARCA FLACA

Era en un panteón
La tumba se movió
La calaca salió
Y a todos espantó.
Niños no se asusten es la parca
no hace nada esa flaca, solo es alta.

 

Los maestros

Al panteón de la ciudad,
a los maestros se llevaron
y a los chavos de la escuela,
sin estudios los dejaron.

LA MUERTE
La muerte no siempre es,
Solemnidad se juega ella,
Se reía a la calaca
Para que sea nuestra bulaca
Con versos que satirizan a todo y a todos
También nos la comemos en las calaveritas de azúcar que traen
Los nombres de las futuras
Victimas o bien saboreamos los
Huesos de la pelona
Sopeados en un espeso chocolate cuando
Comemos el pan de muerto
Las calaveritas de azúcar
Son las que se colocan en los altares
Es común  que en este día
Se hagan regalos de esta clase

CELEBRACIÓN EN GUANAJUATO


En Guanajuato, entre las tradiciones locales de Día de Muertos, se encuentra la venta de “alfeñique” y  las “cajetas de camote” (de sabor de leche,  nuez o guayaba) que se ofrecen e intercambian entre los familiares y amigos, acompañados con pan de anís, mejor conocidos como “muertitos”.
La conmemoración de los días de muertos dentro de la tradición cristiana católica, tiene una especial significación, sobre todo en América Latina y en aquellos países en donde hubo la presencia de población indígena, pues se dio la fusión de dos concepciones religiosas distintas con una sola finalidad: recordar a los que ya han fallecido
En Guanajuato, los días de muertos gira en torno a la visita al panteón para llevar flores a los deudos, asear sus moradas y, en algunos casos, comer junto a ellos en sus tumbas.
Se acostumbra hacer en cada uno de los hogares las espléndidas cajetas de camote, nuez o guayaba que se ofrecen o intercambian entre los familiares, y amigos con pan de anís, conocidos como “muertitos”.
También se hacen ofrendas o altares a los difuntos. En la antigüedad, estos eran sumamente sobrios y en ellos sólo se colocaba un mantón morado, un crucifijo, la fotografía del difunto, sus prendas más apreciadas, agua, sal, los famosos alfeñiques* y un poco de paja.
Hoy en día las ofrendas pueden ser más elaboradas y enriquecidas con otras tradiciones que han permeado en los altares en Guanajuato. Se puede disertar ampliamente sobre los elementos culturales europeos y  prehispánicos que constituyen el altar, esto remarca  el mestizaje cultural y la prevalencia de las raíces hispanas e indígenas, que regionalmente han adquirido características que los enriquecen.
Descripción de ofrenda
Una ofrenda consta de 7 pisos y un tapete. Cada piso y ofrendas y  elementos puestos en el altar, tienen un significado que  se explica a continuación:
1. Primer escalón se pone la foto del santo o virgen de la devoción.
2. Segundo escalón es para las ánimas del purgatorio.
3. Tercero se pone la sal para los niños del purgatorio.

4. Cuarto se pone pan llamado “pan de muerto”, este pan es adornado con azúcar roja que simula la sangre, se recomienda que el pan sea hecho por los parientes del difunto, ya que es una consagración.
5. Quinto se pone la comida y la fruta que fueron los preferidos por el difunto.
6. Sexto se pone la foto del difunto a quien se dedica el altar.
7. Último se pone la cruz de un rosario hecho de tejocote y limas.
Las ofrendas y elementos que se ponen dentro del altar son las siguientes:
Se prenden cuatro velas principales formando una cruz orientada a los cuatro puntos cardinales, al lado del altar, se pone una olla de barro sobre un anafre con hierbas aromáticas: albahaca, laurel, romero, manzanilla.
-Cadenas de papel morado y amarillo que significan la unión entre la vida y la muerte.
-Papel picado que da colorido y alegría de vivir.
-Las flores son la bienvenida para el alma, la flor blanca representa el cielo;
Flor amarilla, la tierra y la morada el luto.
-Velas que con sus llamas representan la ascensión del espíritu.
También significan luz, guía del camino.
-Lienzo blanco y nuevo que representa la pureza, el cielo.
-El cirio representa el alma sola.
-Incienso de copal cuyo humo simboliza el paso de la vida a la muerte.
-El maíz representa la cosecha.
-Las frutas son la ofrenda que nos brinda la naturaleza.
Generalmente son cañas de azúcar, naranjas, tejocotes y jícamas.

-Las calaveras de azúcar que son una costumbre indígenas, y el alfeñique*
-El agua que da vida y energía para el camino.
-Los platillos con las que se trata de agradar el difunto compartiendo los alimentos que le gustaban.
-Fotografía de la persona a quien se dedica el tributo.
-Un Cristo para que haya bendiciones.
-Una cruz de cal que simboliza los 4 puntos cardinales.
-Sal para que el cuerpo no se corrompa.
-Un camino desde la puerta de la entrada hasta el altar formado con flor de cempasúchil.
-Una vara para liberar al muerto del demonio y los malos espíritus.

* EL ALFEÑIQUE DE GUANAJUATO
Los dulces tradicionales de pasta de azúcar llamados alfeñique, hechos  especialmente para las ofrendas de Día de Muertos, son una de las herencias culturales más importantes de México. El alfeñique es un fenómeno sincrético  en el que se funden costumbres y  técnicas indígenas con las traídas por los  españoles que a su vez heredaron de las culturas árabes.
Quizá sea la raíz de esta costumbre la época prehispánica, en la que los  nahuatlacos elaboraban figuras como regalo y ofrenda para sus muertos, éstas representaban generalmente cráneos y eran hechas con semillas de amaranto, y
mieles que extraían del maíz, del corazón del maguey y que obtenían de las abejas silvestres llamadas Tzoalli.
Con la llegada de los españoles y la prohibición del amaranto, el dulce de  alfeñique fue adoptado por los mexicanos utilizando desde entonces la
caña de azúcar para confeccionarlo.

En los últimos días del mes de octubre se colocan, en algunas plazas de Guanajuato, a veces en San Fernando, otras en la de la Paz, los puestos de estructura de madera vestidos de manta, típicos de la vendimia del alfeñique. En  ninguna otra fiesta se les ve igual. El alfeñique, ese pequeño dulce de azúcar glass con limón y almidón, amasado a la manera de las antiguas muñecas y animales en pequeñas dimensiones, lo cual hace recordar los artefactos de barro  prehispánicos que suelen encontrar arqueólogos o saqueadores en el
interior de vasijas de las tumbas.
La palabra alfeñique es árabe. El alfeñique es para el regocijo de los pequeños, en vida, y un recuerdo para los muertos chiquitos. Es, en la memoria colectiva, la reproducción de los objetos de la naturaleza y de la cultura para que adornen el altar del difunto; así,  el plato de enchiladas, el plato con puchas, la cazuela de mole con todo y pierna de guajolote. También hay borreguitos, burros con su carga, risueñas viejitas y las enormes gallinas, sin faltar la calavera que
nos pela los dientes porque tiene pintado un nombre en el frontal, a veces el nuestro.
Tradición popular de todo el mundo y de todos los tiempos es el culto a los muertos, sucede cada 2 de noviembre, en cada región de nuestro país.

CELEBRACION EN OAXACA


La mayoría de los pueblos oaxaqueños, conservan dentro de su valioso folclor y en su más pura expresión, el ritual del culto a los muertos, conocido hoy día como "Fiesta de Todos Santos y Fieles Difuntos".

En la actualidad la celebración de Muertos o Fieles Difuntos a mediados de octubre con la adquisición de los productos que habrán de colocarse como ofrenda en un altar. Desde muy temprano los mercados se instalan y se visten de olores y colores propios de la temporada: incienso, flores, velas, mole, etcétera.

En la ciudad de Oaxaca y los pueblos del valle, la celebración de Todos los Santos y Fieles Difuntos, se inician antes del primero de noviembre con la Plaza de Muertos, siendo ésta la actividad comercial, artesanal y agrícola más importante en todo el año. Aquí tanto campesinos como artesanos, quienes preparan los productos naturales y elaborados que servirán para su consumo o para su venta.

Los mercados de 'Abastos', ubicado en la ribera del río Atoyac, 'Benito Juárez Maza' y '20 de Noviembre'; en estos últimos situados muy cerca del Centro, se pueden admirar totalmente concurridos, así como el resto de mercados ubicados en distintos puntos de la Ciudad, y de los poblados de Valles centrales, como Zaachila, Tlacolula de Matamoros, San Antonino Castillo Velasco, Etla
Sitio especial en toda esta vendimia de flores, y comida lo tiene el mezcal, que es la bebida tradicional en nuestra entidad, y que se puede adquirir en sus distintas presentaciones, de minero, gusano, pechuga, curados de todos los colores y sabores actualmente y como una verdadera curiosidad se vende el mezcal de Viagra.

Por la mañana de ese día 31 de octubre, se coloca el altar, en el mejor lugar de la casa, escogiendo una amplia mesa que se cubre con un mantel blanco, o papel de china picado, en las patas delanteras de la mesa se amarran unas cañas o carrizos a los que se les da forma de arco triunfal y se adornan con tejocotes unidos por un cáñamo, formando una cadena.

Actualmente los altares que participan en un concurso y se pueden visitar en los corredores de palacio municipal o en el panteón municipal, los días 1 y 2 de noviembre.

De acuerdo a la costumbre el primero de noviembre es día de 'llevar los muertos', que consiste en obsequiar a parientes y amistades de la familia una dotada muestra de las viandas que integran la ofrenda de muertos; la entrega se hace casa por casa.

Dentro de las costumbres de muertos, lugar especial tienen las comparsas, cuyos orígenes parece mencionarlos el padre Gay, en su 'Historia de Oaxaca' que dice refiriéndose a los días 1 y 2 'En la noche grupos de músicos recorren las casas y después de cantar y rezar algunas oraciones de rodillas ante cada uno de los altares de muertos, reciben y llevan consigo los dones ahí colocados'.

CELEBRACION EN MICHOACAN

Según la creencia de la civilización mexicana antigua, cuando el individuo muere su espíritu continúa viviendo en Miacatlán, lugar de residencia de las almas que han dejado la vida terrenal. Dioses benevolentes crearon este recinto ideal que nada tiene de tenebroso y es más bien tranquilo y agradable, donde las almas reposan plácidamente hasta el día, designado por la costumbre, en que retornan a sus antiguos hogares para visitar a sus parientes. Aunque durante esa visita no se ven entre sí, mutuamente ellos se sienten.

El calendario ritual señala dos ocasiones para la llegada de los muertos. Cada una de ellas es una fiesta de alegría y evocación. Llanto o dolor no existen, pues no es motivo de tristeza la visita cordial de los difuntos. La exagerada hospitalidad de los mexicanos es proverbial. Ésta se manifiesta a la menor provocación, aún más si los visitantes son sus parientes ya fallecidos. Hay que
deleitarlos y dejarlos satisfechos con todo aquello que es de su mayor agrado y asombro: la comida.

Desde remotas épocas hasta la actualidad, el “banquete mortuorio”, resplandece en todas las moradas nacionales, desde los humildes jacales o casas rústicas, hasta los palacios y mansiones.

La comida ritual se efectúa en un ambiente regiamente aderezado en el que vivos y muertos se hacen compañía.

Cada pueblo y región ofrece variados diseños e ideas para este evento, pero todos con la misma finalidad: recibir y alimentar a los invitados, y convivir (o tal vez “con morir”), con ellos”.
Aunque la celebración de Día de Muertos varía de región a región, casi todas siguen un mismo patrón de eventos. Estos son los dos días de celebración, primero de noviembre, el cual en algunas regiones honran a la memoria de los niños muertos, mientras que el dos de noviembre honran a los adultos fallecidos.

Dos semanas antes
Anticipadamente a esta celebración, hay un ambiente de alegría en los mercados. El cempaxúchitl amarillo y manojos de otras flores son adquiridos. Todos los ingredientes de la comida de la ofrenda son comprados con feliz anticipación antes de la visita de los familiares y amigos fallecidos.

Altares en Casa - En la víspera de la celebración
Amigos y parientes convienen en preparar el altar o decorar la casa para recibir a las almas de los fallecidos. La preparación de la comida empieza. Crece la expectativa.

1 de noviembre - La Velación de los Angelitos
Las almas de los niños regresan a sus familias para disfrutar de su compañía y ser alimentados. En algunas regiones de México los niños toman el rol de líderes en la velación matutina, honrando a sus hermanitos fallecidos.

En la noche los adultos mantienen la vigilia en el cementerio reviviendo las memorias de sus familiares fallecidos.

2 de noviembre - Velación de Adultos.
En este día, las almas de los adultos fallecidos retornan a sus familias para pasar un tiempo con ellos, disfrutando la compañía, además de alimentarse con el aroma de las ofrendas que sus parientes y amigos les han preparado.

Algunas veces las oraciones son dichas durante el día y durante la noche en la velación que realizan en el cementerio, acompañadas de música.
Mientras que los altares y las ofrendas varían como variada es la tierra en México, algunas tradiciones generalmente se mantienen casi intactas.

Actualmente, el Día de Muertos en México, representa una mezcla de la devoción cristiana con las costumbres y creencias prehispánicas y se materializa en el tradicional altar-ofrenda, una de las tradiciones más mexicanas. El altar-ofrenda es un rito respetuoso a la memoria de los muertos, su propósito es atraer sus espíritus. Consiste en obsequiar a los difuntos que regresan ese día a convivir con sus familiares, con los alimentos y objetos preferidos por ellos en vida, para que vuelvan a gozar durante su breve visita. En la ofrenda o altar de los muertos no debe faltar la representación de los cuatro elementos primordiales de la naturaleza.

Tierra, representada por sus frutos que alimentan a las ánimas con su aroma.

Viento, representado por algo que se mueva, tan ligero como el viento, empleándose generalmente papel picado o papel de china.

Agua, un recipiente para que las ánimas calmen su sed después del largo camino que recorren para llegar hasta su altar.

Fuego, una vela por cada alma que se recuerde y una por el alma olvidada.

En la ofrenda también se coloca sal que purifica, copal para que las ánimas se guíen por el olfato, flor de cempaxúchitl que se riega desde la puerta hasta el altar para indicar el camino a las almas. Aquí, siempre hay alguno de la familia esperando la llegada de ellas para demostrarle su respeto y compañía.
Es el primero de noviembre, en el cementerio de Janitzio la luz rosada del nuevo día ilumina las pequeñas figuras envueltas en sus rebosos, sentadas silenciosamente ante las tumbas. Los niños, con sus ojos cargados de sueño, llegan con sus padres a rendir homenaje a la memoria de sus muertos.

Es el primero de noviembre, y se inicia así la Velación de los Angelitos.

Por dos días y dos noches, a través de todo México, se realizan vigilias en honor de parientes fallecidos. En algunas regiones, la velación se realiza en el cementerio, en otras regiones se realizan en casa, pero la tradición es la misma. Dar la bienvenida y compartir algunos momentos con las almas de familiares y amigos.

Aunque la tradición varía, las velas, flores y comida para recibir a las almas que regresan, es universal. También universal es el sentimiento de tristeza y pérdida, unidos a la alegría por la oportunidad de revivir y recordar las creencias, de aquellos que no pueden ser vistos, aunque se puede sentir su espíritu.
Durante la Celebración del Día de Muertos, las calaveras de dulce son preparadas de diferentes tamaños. El azúcar se disuelve en agua hasta obtener un jarabe muy espeso que se vierte en moldes. Cuando el azúcar se seca se decora con filigrana de azúcar coloreada y recortes de papel brillante de diferentes colores, sin dejar de colocar en la frente del cráneo un nombre de pila. El comprador así puede regalarla a un amigo o pariente para que se “coma su calavera”.

Sirve también para los arreglos del altar, representando a los muertos que se recuerdan. Los esqueletos se encuentran por cantidades en esculturas de papel maché y en juguetes. Todas ellas expresando la dualidad de la vida y la muerte de la existencia humana. Esto sucede por cierto en la Ciudad de México donde el arte de las figuras representando la muerte ha crecido, pudiendo admirarlas en galerías y museos.
Ubicado en el extremo centro occidente de la República Mexicana, el estado de Michoacán de Ocampo toma su nombre del náhuatl, que significa “Lugar de Pescadores” y del prócer de la República, Don Melchor Ocampo. Fue cuna del imperio purépecha que se extendió por casi todo el centro de la República Mexicana. La belleza de sus ritos, su folklore, gastronomía, el color de sus artesanías y la hospitalidad de su gente lo hace lugar para visitar.

En las áreas de los lagos de Pátzcuaro y Zirahuén, la fiesta dedicada a honrar la memoria de los muertos se manifiesta con todo su esplendor.

Cualquiera que tenga la fortuna de apreciar todos los preparativos y la magnificencia de la Celebración de Día de Muertos, en Janitzio o en Pátzcuaro, se lleva una experiencia inolvidable.

Cacería de Patos con Fisga
Entre las tradiciones únicas de esta región está el pato enchilado. Tradicionalmente la cacería de pato es realizada por la gente del lugar desde una canoa y cazado en el aire con una fisga.

Vigilia en el Cementerio
Tan única en esta región es la vigilia en el cementerio el 1 de noviembre. Mujeres y niños, en la isla de Janitzio, son los únicos permitidos dentro del cementerio para realizar la vigilia nocturna. Mientras que los hombres los esperan a la entrada.

La importancia del Arco
Sobre la tumba es colocada el arco. Adoptado de los misioneros, la cruz indígena que lleva el arco simboliza el fuego, el sol y venus, como sacerdote y mensajero. También representa el número cinco con un punto en cada esquina y uno en el centro. Las esquinas simbolizan los puntos cardinales, y el del centro representa al sol. La unión de esos cinco puntos coincide con dos líneas que se cruzan.

La Velación de los Angelitos.
El 1 de noviembre, al amanecer, los niños toman el lugar central. Abrigados para protegerse del frío, siguen a sus padres al cementerio donde se llevará a cabo la velación. Durante tres horas, en las tumbas de sus hermanos y hermanas fallecidos, ellos velarán mientras que sus padres los miran desde el filo del cementerio

LA OFRENDA

Los materiales comúnmente utilizados para hacer una ofrenda de muertos para el Día de Muertos tienen un significado, y son entre otros los siguientes:

  • Retrato de la persona recordada: El retrato del difunto sugiere el ánima que los visitará la noche del 2 de noviembre.
  • Pintura o cromo de las Ánimas del Purgatorio: La imagen de las ánimas del purgatorio sirve para pedir la salida del purgatorio del alma del difunto por si acaso se encontrara ahí.
  • Doce cirios: Aunque pueden ser menos, tienen que ser en pares, y preferiblemente de color morado, con coronas y flores de cera. Los cirios, sobre todo si son morados, son señal de duelo. Los cuatro cirios en cruz representan los cuatro puntos cardinales, de manera que el ánima pueda orientarse hasta encontrar su camino y su casa aparte de agua y sal.
  • Flor de cempasúchil (o flor de cuatrocientos pétalos): Su color representa la luz como los rayos del sol y al regarla en forma de camino se le indica a las almas el rumbo por el cual se le guía a casa.
  • Cruz de tierra: Para recordarle su fe, ya que el miércoles de ceniza se le dice la frase: "Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás", con lo que se le recuerda que regresa a la tierra de la que salió.
  • Calabaza en tacha: Este fruto ocupa un lugar privilegiado tanto en la cocina tradicional prehispánica como en la actual. Es parte de la tetralogía alimenticia del país, al lado del maíz, el frijol y el chile. De ella se aprovecha todo: tallos, guías, flores, frutos y semillas. En el altar se prepara como dulce: cocida con azúcar, canela, tejocotes, trozos de caña de azúcar o con otros ingredientes, según el gusto de quien cocine. El dulce cristalizado se llama calabacete. La preparación de la calabaza en tacha consiste en introducir dicho fruto en un cesto de palma que se confita en las calderas donde se fabrica el azúcar. Esta es la forma tradicional, pues en las antiguas máquinas de los ingenios se hacía la concentración del jugo de caña en dos calderas cónicas, colocadas sobre un solo horno (la mancuerna); una de las calderas era la malera, y la otra la tacha. En la actualidad se prepara cocida en miel de piloncillo o panela, antiguamente llamada también tacha para bendecir las casas.
  • Papel picado: También se suelen adornar las ofrendas con papel picando que es una artesanía mexicana que se elabora con papel de china recortado con figuras de esqueletos y calaveritas.